Una odisea en el espacio.

2001: Odisea en el Espacio.   

 

    

 

Una de las películas más fascinantes que he visto. Atentos que van spoilers.

 

2001 es una reflexión profunda de un anhelo de Kubrick, pero de paso, de todos los seres con cerebro: el anhelo que surge de la inteligencia con la capacidad de trascendencia.

 

Generalmente se asocia trascendencia con religión o similares, como si ésta tuviese la exclusiva de esta capacidad cual Telefónica con el iPhone.  Pero no es así.

Kubrick y A.C.Clarke relatan en esta historia ese anhelo con ciencia y con mucha carrera espacial de por medio. 

 

Es curioso el detalle de introducir que el mono pasa a ser humano gracias a un monolito.  Y cómo, una vez los humanos demuestran que están preparados tecnológicamente (ha de ser una especie capaz de llegar a la Luna y saber qué son las ondas electromagnéticas para enterarse de que el monolito “guay” está en la órbita de Jupiter), dar el siguiente paso.

 

Se puede reflexionar aquí sobre varios aspectos de esta película:

 

Primero juega con que el paso del “mono” al hombre fue por circunstancias externas, singulares y no naturales cual sentimiento religioso: es el esperar que debemos ser más que un “mono”, que en nuestro nacimiento hay algo de extraordinario que nos distingue de la vulgaridad del resto de seres.  Y que nos espera un futuro que no es éste presente, sino entre los “dioses”, o cerca de ellos (sean lo que quieran ser lo que consideremos “dioses”), representado por el siguiente cambio al cual no podemos llegar sin ese empujoncito “monolítico” y de los que lo pusieron allí.  Lo que dispara el fanatismo por medio planeta es lo que también mueve a mentes tan ultra-racionales como la del Kubrick éste… y de hecho, a la de todos.  El anhelo de ser algo más, y que alguien o algo nos elija como aquellos que nos merecemos pasar a “lo siguiente”.

 

Y es de destacar en segundo lugar que al siguiente “nivel” tenemos acceso …¡por el poder tecnológico!: la idea de que será el conocimiento el que nos llevará al "reino prometido".  Ni ser buenos, ni moral superior, ni leches: hemos de ser capaces de llegar a la Luna pa seguir con esta especie de aventura gráfica a lo bestia.  Se señala que si sigue habiendo pobreza extrema, injusticia o delincuencia en el 99% del planeta, es lo de menos: con llegar a la Luna y algún detalle técnico de más nos basta para encontrar el siguiente monolito y seguir las pistas que nos han dejado.  La "recta moral", nebulosa dónde las haya, no es el camino.   

 

Esto recuerda la idea de que el progreso humano que ha habido en estos milenios es simplemente tecnológico y de conocimientos (y quizás demográfico).  En ningún otro aspecto se evoluciona, o si lo hace, es como efecto secundario de los primeros.  La moral, la forma de la religión y la ética están completamente supeditados a los dos primeros, como marionetas pasivas que son bamboleadas por el viento (y digo viento porque ni siquiera nadie controla sus hilos y decide a dónde ir).  Nos creemos moralmente más evolucionados que nuestros ancestros milenarios, más conscientes de cosas… o peores a teóricas civilizaciones más sabias (?).  Pero si ahora tenemos más conciencia de que no hay que matar (nunca ha habido menos muertes que ahora: dar un ojo a War Before Civilization, libro interesante) es porque la televisión nos muestra qué pasa y porque el control nos cohíbe nuestros instintos asesinos (que tenemos).  Si hay menos guerras en el primer mundo es porque la tecnología ha provocado que la guerra que venga posiblemente sea la última y sin vencedores.  Si Dios ya no está en el cielo es porque los aviones lo han surcado y no lo han visto, y si al final está en otra dimensión es porque los telescopios nos han mostrado que ahí sólo parece haber polvo, estrellas, y energía oscura pa dar por saco a los físicos de las cuerdas.  Si la Biblia pasó a ser una leyenda y no a ser literal es porque la literalidad no cuadraba con la nueva moral para una sociedad de millones de personas que poco a poco iban perdiendo la necesidad de sacrificio extremo por las comodidades (ahora eso de ofrecer hijas pa que las violen y no molesten a los invitados ya no es necesario).

 

En tercer lugar, otro detalle interesantísimo es que HAL, el ordenata de a bordo, se vuelve “malvado”.  No se si es a partir de esta película, pero parece que a la que una máquina se vuelve inteligente inmediatamente le entran ganas de exterminar a todo lo que se mueva a 1 km a la redonda.  En una primera lectura puede parecer que se diga que inteligencia es igual a dar por culo.  Pero realmente se puede interpretar como que inteligencia y bondad (y maldad) son cosas separadas: la bondad/maldad (o como se quiera llamar, leñe) es un instinto involuntario, que un ser inteligente puede modificar potenciándola o recortándola en su beneficio, a la vez que si es sincera influye en las decisiones de la mente “pensante”.  Pero HAL, al no ser un ‘ser’ modelado por la evolución con congéneres de los que posiblemente hubiese sacado partido, sólo tiene la inteligencia “consciente” y el instinto bondadoso no viene de serie.  Para él sólo cuenta resolver problemas sin ese instinto de “no se porqué pero matar me sabe mal” que tanto daño a nuestra propia supervivencia puede hacer a veces, aunque de media nos ayude.  El caso, es que si una máquina es buena con los humanos simplemente será por que uno de sus problemas sea sobrevivir y tenga muy claro que “como me pase de la raya, me van a desconectar… así que voy a ir con la calma que pillaré”.  Seguramente igual que nosotros, aunque este problema no lo tengamos programado en la “RAM”, sino quizás en la “ROM”, dando esa sensación de “bondad” esotérica y absoluta por encima de la razón.  Igual HAL tendría que haber sido así, vete tú a saber.

 

Y también es interesante, en cuarta posición de cuatro de las mil reflexiones posibles, ver la constante idea de que se vive en una época de “punto de inflexión”, de cambio fundamental.  Como en todas las épocas.  Aquí el hecho de salir del planeta es más que un desplazamiento de aquí a allí.  Ese cambio, esos kilómetros que nos movemos en vertical en vez de horizontal, (la peli se hizo cuando EEUU y Rusia se daban de leches a ver quien enviaba el bicho más gordo, durante más tiempo y lo más alto posible),  se refleja y amplifica en un paso hacia lo que esa trascendencia del principio nos hace desear: la paz de llegar a un estado por encima de nuestros problemas.  Los kilómetros, si los hacemos en horizontal nos llevarían al Vendrell… pero en vertical nos llevan a un nuevo plano existencial.

 

Todo el rollo filosófico (que total, lo interpreta cada cual a su bola, como yo), más el manejo de las imágenes con la música, hacen de esta peli una obra de arte, sin duda.  Una de mis preferidas ya no de la ciencia-ficción, sino del cine universal.

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Una respuesta a Una odisea en el espacio.

  1. gata dijo:

    Eo, por fin actualizas, oe, oe. Pues nunca vi esta peli entera…ya me vale…a ver si la encuentro por ahí y laveo.
    Besos

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